Saturday, April 7, 2012

ROMANI UNION, SPAIN


April 8

INTERNATIONAL ROMA DAY

WHEN THE MEMORY MAKES THE PAST A PRESENT TIME

BY JUAN DE DIOS RAMAREZ HEREDIA

Romani Union President

Destiny, providence or fate or whatever you may want to call it, made me be present in London the week of April the 8th in 1971. A long time went by since then. It's been 41 years. I was just almost a boy, as it is usually said. And my trip to London, at the final period of Francoism, was my initiation into the knowledge of Roma’s reality in the world about which, until then, I possessed vague knowledge.

The Roma from 25 countries met in London. I went without knowing anyone and without a very clear idea of ​​what was going to be discussed at that meeting. And my first surprise was becoming aware that that meeting had been organized, scheduled and conducted by the Roma themselves. Not a single Gacho (payo) intervened in the debates, nor conditioned at all the agreements that were reached there. The memories come to my mind with the same force with which I appear in the photographs attached to this article and that were given away to me last year in the UK.

On April 8, 1971 I already knew that in the world there were more Roma than the ones I knew in Andalusia, but I had not seen them before. On April 8, 1971 I heard people speaking rromanò for the first time. At home my family spoke a little bit of caló. It was not exactly the same despite being the same language. And I found out, amazed, that Roma who lived behind the Iron Curtain ─Roma who would have never dreamed of being authorized by the communist authorities in their countries to come outside into the capitalist world─ would perfectly understand the Roma from France, the former Yugoslavia, or the dreaded Germany. On April 8, 1971 I was immensely shocked when I felt on my skin the warm kisses of the numerous Roma who hugged me excited for having found a lost son, an unknown brother who came from the old Spain where ─they knew─ there were hundreds of thousands of Roma isolated from the rest of their people, scattered worldwide.

On April 8, 1971 I felt freer than ever. I participated in the voting that institutionalized our flag and then I understood the freedom that means to have the blue of the skies as a roof and the green of the fields as a floor. Then I realized with absolute clarity why my grandfather Agapito always wished us health and freedom.

On April 8, 1971, I first saw a balalaika. I heard its sound in the hands of Jarko Jovanovic. The soft, sad and melancholic music of the violins, joined to its melody, and while the strings of the balalaika played the angry notes imitating the sizzling killer flames which ended the lives of so many innocent people at the Nazi camps, the violins, with their sweet melody, gave start to the rivers of tears with which we wiped away the memory of so many unfairly gassed elderly men and women, of tens of thousands of children massacred and of hundreds of thousands men and women, who, in the prime of life, could never understand why they were undressed before being introduced into the gas chambers. And that is how the Gelem, gelem was born.

On April 8, 1971, as a bursting carnation, the seeds of a collective consciousness dormant for centuries appeared in the old Europe. Roma from 25 states, who lived at the communist countries of the everlasting cold or at the so often dehumanized geography of the fiercest capitalism, gave priority, above any other ideology, to the respect for our common characteristic: being Roma. And then some of us understood that we were a people who had managed to preserve laws and customs that must be defended. The respect for the elderly people, the undisputed authority of the elders, the value of the word, the supreme worship of the family are the palpable expression of our highest institution and of the supreme and incorruptible love of freedom.

We do not consider April 8 as a date to talk about our miseries. Neither about the marginalization that we suffer, nor about the racist attacks of which we are victims of. We can condemn that situation any day of the year and we do so. April 8 is the International Roma Day and its main purpose is to express our brotherhood and respect for everyone. On this occasion, the Roma of the whole planet go to the rivers to deposit, in their water, remembrance candles and flowers of freedom, as a symbol of our desire to live with the rest of the citizens in peace and harmony, since a celebration that involves the memory of ancestors and the love of liberty should be the heritage of all mankind.

Juan de Dios Ramírez Heredia

Romani Union President

Lawyer and journalist


DIA INTERNACIONAL DEL PUEBLO GITANO

Cuando la memoria hace del pasado un tiempo presente

La suerte, la providencia, el destino o como se le quiera llamar hizo que yo estuviera presente en Londres la semana del 8 de abril de 1971. Desde entonces ha llovido mucho. Han pasado 41 años. Yo era casi un chaval, como suele decirse. Y mi viaje a Londres, en las postrimerías del franquismo, supuso mi bautizo al conocimiento de la realidad gitana mundial de la que hasta entonces tan sólo tenía muy vagos conocimientos.

Gitanos y gitanas procedentes de 25 países nos dimos cita en Londres. Yo acudí sin conocer a nadie y sin tener muy clara la idea de qué se iba a tratar en aquella reunión. Y mi primera sorpresa fue comprobar que aquellas jornadas habían sido convocadas, programadas y dirigidas por los propios gitanos. Ni un solo gachó (payo) intervino en los debates ni condicionó en absoluto los acuerdos que allí se tomaron. Los recuerdos vienen a mi memoria con la misma fuerza con que aparezco en las fotografías que acompañan a este comentario y que me fueron regaladas el año pasado en el Reino Unido.

El 8 de abril de 1971 yo sabía que en el mundo vivíamos más gitanos que los que yo conocía en Andalucía, pero no los había visto nunca. El 8 de abril de 1971 oí hablar por primera vez en rromanò. En mi casa mi familia chapurreaba el caló. No era igual aún siendo lo mismo. Y pude comprobar, maravillado, como gitanos que vivían tras el telón de acero, ─gitanos que jamás hubieran soñado con que las autoridades comunistas de sus países les autorizaran para salir al mundo capitalista─ se entendían perfectamente con otros gitanos llegados de Francia, de la antigua Yugoslavia, o de la temida Alemania. El 8 de abril de 1971 se conmocionaron mis entretelas cuando sentí en mi piel los besos cálidos de tantos gitanos que me abrazaban emocionados por haber encontrado al hijo perdido, al hermano desconocido que venía de la vieja España donde ─ellos lo sabían─ vivían centenares de miles de gitanos aislados del conjunto de su pueblo esparcido por millones por todo el mundo.

El 8 de abril de 1971 me sentí más libre que nunca. Participé en la votación que institucionalizó nuestra bandera y entonces entendí la liberación que supone tener por techo el azul del cielo y por suelo el verde de los campos. Entonces comprendí con absoluta claridad por qué mi abuelo Agapito siempre nos deseaba salud y libertad.

El 8 de abril de 1971 vi por primera vez una balalaica. Y escuché su sonido en manos de Jarko Jovanovic. A su melodía se le unió la música suave, triste y melancólica de unos violines, y mientras de las cuerdas de la balalaica saltaban las notas enfurecidas imitando el chisporrotear de las llamas asesinas que acabaron con las vidas de tantos inocentes en los campos nazis, los violines con su dulce melodía, abrían los ríos de lágrimas con que enjugábamos el recuerdo de tantos ancianos injustamente gaseados, de decenas de miles de niños masacrados y de centenares de miles de hombres y mujeres que, en la flor de la vida, jamás pudieron entender por qué les desnudaban antes de introducirlos en las cámaras de gas. Y así nació el Gelem, gelem.

El 8 de abril de 1971, como un clavel reventón, apareció en la vieja Europa el germen de una conciencia colectiva adormecida durante tantos siglos. Gitanos y gitanas de 25 estados residentes en los países comunistas del frío sempiterno o en la geografía tantas veces deshumanizada del más feroz capitalismo, pusimos por encima de cualquier ideología el respeto por nuestra común condición de gitanos. Y entonces algunos entendimos que éramos un Pueblo que había sabido conservar leyes y costumbres que debían ser defendidas. El respeto a los mayores, la autoridad indiscutida de los ancianos, el valor de la palabra dada, la veneración suprema de la familia es expresión palpable de nuestra máxima institución y el amor supremo e insobornable a la libertad.

Hoy no nos parece que sea el día para hablar de nuestras miserias. De la marginación que sufrimos o de los ataques racistas que padecemos. Para denunciar esa situación tenemos todos los días del año y así lo hacemos. El 8 de abril es el Día Internacional del Pueblo Gitano y tiene una vocación de fraternidad y respeto para todo el mundo. Y así como en este día los gitanos y las gitanas del planeta se acercan a los ríos para depositar sobre sus aguas las velas del recuerdo y las flores de la libertad, en ellas está el símbolo de nuestro deseo de convivir con el resto de los ciudadanos en paz y armonía, porque una celebración que encierra el recuerdo a los antepasados y el amor a la libertad debería ser patrimonio de toda la humanidad.

Juan de Dios Ramírez Heredia

Presidente de Unión Romani

Abogado y periodista

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